3 preguntas a Lucia Castelli

Lucia Castelli

Para un niño el mejor tiempo es el que se le dedica. El problema es que, con frecuencia, los adultos, padres, profesores, entrenadores, consideran el juego como una actividad improductiva, que hace perder tiempo. ¿Es así?

“En los clubes deportivos la diversión se considera un componente secundario en los entrenamientos: los entrenadores, en primer lugar, persiguen los resultados y el éxito, relegando a un segundo plano los aspectos educativos y formativos.

Para un niño el mejor tiempo es el que se le dedica. El problema es que, con frecuencia, los adultos, padres, profesores, entrenadores, consideran el juego como una actividad improductiva, que hace perder tiempo. ¿Es así?

“En los clubes deportivos la diversión se considera un componente secundario en los entrenamientos: los entrenadores, en primer lugar, persiguen los resultados y el éxito, relegando a un segundo plano los aspectos educativos y formativos. El lema es: “¡Con ganas! ¡No estamos jugando!” Muchos padres tienen expectativas desproporcionadas con las reales posibilidades de sus hijos, quienes se sienten inadecuados para las actividades deportivas competitivas elegidas (¿por ellos?) y no les gusta desilusionar a sus seres queridos”.

El deporte que no te divierte no te apasiona y si no te apasiona lo abandonas rápidamente y quizás también abandonas definitivamente el deporte, algo que es común alrededor de los 14 años.

“A causa del entrenamiento, el juego se relega a un segundo plano, si queda tiempo, o a lo mejor se lo usa para premiar a los alumnos que tienen un buen rendimiento escolar y o un buen comportamiento. Pero, el juego no es un premio. Es un derecho. Y para los niños es algo muy serio, el trabajo principal, nunca una actividad banal”.

¿Cómo se puede orientar una actividad exigente y restituir dignidad y tiempo al juego?

“Hay que orientarlo en dos frentes: los adultos y los jóvenes. Sobre todo, es importante hacer comprender a los adultos que el juego satisface las necesidades típicas de los chicos: de movimiento, de diversión, de aprender haciendo, de explorar, de sentirse capaces, de éxito, de pertenencia. Los vuelve competentes en las habilidades sociales y relacionales, como el respeto de las reglas y la colaboración. En concreto, los padres podrían aumentar las ocasiones y los tiempos para el juego, quizás reglamentando el uso de la TV y favoreciendo una hora de juego motriz al día para los propios hijos; los entrenadores podrían, por ejemplo, aprovechar el tiempo del calentamiento para proponerles actividades lúdicas o introducir un tercer tiempo al final del partido oficial para garantizar a todos los jugadores, también a los menos buenos, la oportunidad de jugar”.

En cambio, no tendría que ser difícil hacer descubrir a los chicos el gusto del movimiento…

“Se necesita darle importancia al placer que provoca el movimiento en sí, a la posibilidad que ofrece para conocerse a sí mismos, sobre el mejoramiento del propio bienestar, sobre la posibilidad de mejorar las condiciones físicas, sobre el deseo de compartir una pasión con los amigos”.

Hoy se habla mucho de afrontar el  problema de la salud, como Ud. misma afirma en su libro titulado “Me muevo, estoy bien”, en términos educativos y se confía al juego y al deporte  una gran responsabilidad: ¿cuáles son las dificultades que se encuentran para ofrecer a los chicos propuestas de juego, de deporte, de movimiento en general?

“La necesidad de jugar, moverse y practicar un deporte que muchos muchachos expresan permite que ellos acepten todo lo que se les proponga. Pero, no siempre los encargados del mundo juvenil están preparados desde el punto de vista metodológico y didáctico para proponer las actividades en las formas más adecuadas para los jóvenes (les recuerdo, no son adultos en miniatura). Además la oferta motriz es exclusivamente de tipo competitivo. Es raro encontrar clubes deportivos que ofrezcan a los jóvenes actividades motrices con un fin recreativo, saludable, de grupo. Hoy en día, de por sí, el deporte no es ni educativo, ni saludable, ni fuente de bienestar y de alegría. Al contrario, es estresante, aburrido y, a veces, poco sano.

¿Cómo hacer que sea saludable y que esté a la medida del niño/muchacho?

La respuesta está encerrada en pocos puntos: formar a los adultos que trabajan en el sector juvenil, establecer los criterios del deporte saludable y educativo, establecer modelos de prestación por franjas de edad”.

La salud y el crecimiento personal son objetivos que requieren fatiga para ser alcanzados: ¿qué sugiere o propone a los chicos con los que trabaja?

“Con frecuencia, los chicos no se preocupan de cuidar su salud, porque cuando se es joven, normalmente, ¡están sanos! Practicar un deporte para estar sano es la última preocupación de los jóvenes. Generalmente, los muchachos practican un deporte para estar con los amigos, por el solo placer que les brinda el juego, para mejorar sus propias competencias, para sentirse protagonistas. Normalmente, les propongo una variedad de juegos, deportes, jornadas deportivas, de tal manera que el muchacho encuentre alguna propuesta interesante y significativa y la cultive en el tiempo. Con mucha frecuencia, a los muchachos se les propone un solo deporte y casi siempre, desde un principio, en forma especializada y competitiva. De esta forma, ¿cómo pueden conocer la actividad que sea más adecuada para ellos si no tienen varias posibilidades? Y al que no le gusta la competencia, ¿qué le ofrecemos? Practicar un deporte también es recorrer un tramo de carretera destapada a lo largo de un río, solo por el placer de sentir el aire fresco que te acaricia las mejillas y gozar del buen paisaje.”

¿Cómo colaboran para alcanzar estos objetivos la escuela y el mundo deportivo?

“¡Se trata de dos universos que no dialogan entre ellos! Con frecuencia, las propuestas deportivas de la escuela y de los clubes deportivos, que tienen como destinatarios los mismos alumnos, están desarticulados entre ellos y, algunas veces, contrapuestos que como consecuencia desorienta a los jóvenes.

Un objetivo de la educación deportiva escolar es el de enriquecer el patrimonio motriz y  cultural de los alumnos y de las alumnas, ofreciendo posibilidades que les permitan, a cada uno, orientarse y elegir autónomamente la actividad deportiva que esté más de acuerdo con sus propias necesidades e intereses con el fin de mantener siempre vivo el interés por el deporte.

Difícilmente, los clubes tienen como objetivo la difusión de las prácticas deportivas para la totalidad de los chicos, con frecuencia, las solicitudes de servicios y de clasificación son prioritarias y, por tanto, las actividades que se ofrecen son casi en su totalidad competitivas, selectivas.

Existe el riesgo de la especialización deportiva precoz que puede llevar al empobrecimiento de los recursos de los jóvenes, a la cristalización de sus habilidades y, no por último, al abandono del deporte porque se sienten sobrecargados psíquica y físicamente.

Existen problemas en la utilización de las estructuras deportivas (cada vez más solicitadas por las organizaciones deportivas) debido, con frecuencia, a la sobreposición de ofertas deportivas, orientadas a la especialización por los clubes deportivos y, a veces, también a la negligencia o a la superficialidad del órgano institucional competente (Asesoría deportiva y/o Consejo del Instituto) al valorar la cualidad de los ofrecimientos educativos y a la consiguiente decisión sobre la modalidad de asignación de los espacios.

Por último, una parte de los padres de familia manifiesta una relación contrastante con el deporte, que va desde el difundido sentido de su inutilidad, a un instrumento al que le confían los hijos y llega hasta el compartir la concepción competitiva más exagerada.

La formación motriz de base, que tendría que ser cuidada en la escuela elemental se revela, a veces, insuficiente y, con frecuencia, representa una actividad aislada del currículo.”

En cambio, ¿cómo podrían interactuar las distintas instituciones educativas?

“Para mejorar la eficacia y la eficiencia del sistema educativo/deportivo, para ofrecer posibilidades flexibles y diversificadas, para optimizar los recursos y para garantizar una adecuada organización de las actividades formativas, no se puede prescindir de un diálogo de cooperación entre la escuela y el ambiente que la circunda.

A pesar de que siguen orientaciones distintas, la escuela y la organizaciones deportivas tendrían que comprometerse a compartir las finalidades básicas de la educación deportiva, no sólo como aprendizaje técnico, sino como una ocasión importante, que se ofrece a los chicos, para consolidar la propia autoestima y para adquirir comportamientos éticos orientados a alcanzar su propio bienestar y a la convivencia ciudadana.

Producir una población de atletas cualificados no forma parte de los objetivos de la educación física promovida por la escuela. En todo caso, ésta tendrá que favorecer una formación motriz general y un cultura deportiva que también permita, pero no sólo, aportar a los clubes deportivos un buen número de practicantes con buenas cualidades de base y una sana concepción del deporte.

La eficacia de una intervención educativa depende mucho de la capacidad de la escuela de relacionarse con el territorio y de la habilidad para buscar colaboración entre las diferentes instituciones educativas, culturales, deportivas y entidades que trabajan en este campo.

Crear vínculos entre las distintas realidades presentes significa establecer una red entre las escuelas que tengan características o proyectos símiles (polideportivos, de potenciación de la práctica deportiva, deporte para todos, pluridisciplinarios, que también involucren otras disciplinas educativas, etc.) experimentar actividades formativas que aseguren una continuidad didáctica, también en el ámbito motriz, entre los varios niveles escolares (preescolar, primario, secundario, superior); realizar congresos con las asociaciones deportivas; definir acuerdos con las instituciones locales, la comunidad, otras entidades, al mismo tiempo que con los padres de familia.”

¿Qué peso da a la vida real y a la experiencia práctica (más que a la didáctica más cultural y teórica) en el campo formativo?

“El método de privilegiar es aquel basado en el “aprender haciendo”. Las informaciones son necesarias, pero no bastan. Con el fin de que las nociones aprendidas se conviertan en sus correspondientes comportamientos es necesario que los alumnos vivan experiencias significativas con las cuales puedan experimentar los aspectos positivos de los valores propuestos. Hoy existe la tendencia a poner a los alumnos en situaciones de aprendizaje que estimulen la elaboración activa de la experiencia, por medio de problemas para resolver. Así se valoriza el procedimiento, puesto en práctica por los alumnos y guiada por el profesor, más que el resultado final anticipado por el mismo docente.

La estrategia metodológica consiste en el predisponer situaciones problemáticas para resolver, sin dar soluciones preconcebidas, a las cuales sigue la inmediata experimentación, por parte de los alumnos. El profesor a través del alternarse de los momentos de experimentación  y de verbalización conduce los propios alumnos a la solución.

En el curso de estas experiencias, los muchachos son los verdaderos constructores activos y conscientes de su aprendizaje, son propositivos, creativos y emprendedores.

Además, el clima relacional en el que se desarrollan los aprendizajes influye en la cualidad de lo que se aprende. Por tanto, los profesores tendrían que adquirir competencias relativas a la capacidad de motivar, animar, comunicar, tener autoridad, etc.

Desde hace tiempo, Ud. sigue el compromiso de Sportmeet en el campo de la cultura del juego y del deporte. ¿Cuál le parece que es la contribución específica que las personas de Sportmeet podrían dar?

“La contribución de los adultos es esencialmente la de aportar buenos ejemplos, que sirvan de modelo a los jóvenes Por tanto, más que enunciar principios, objetivos, intenciones, las personas del mundo del deporte, según mi punto de vista, tendrían que practicar alguna de las disciplinas deportivas: expresivas, recreativas, saludables, competitivas. Por tanto, mantener siempre en los encuentros internacionales la parte del juego, de actividades, de movimiento que han caracterizado los encuentros en estos últimos años (Viena, Trento, etc.). Jugar nunca es una actividad banal, ni siquiera para los adultos.”